martes, 11 de diciembre de 2007

Rojo y Blanco.

Solo unos cuantos pasos, el hombre se detiene.
Alza la vista y contempla un viejo árbol, en su tiempo fue grande y hermoso, ahora tan solo es vieja y podrida madera gris. Entre sus ramas parece observar aún un verde fruto, pero no es más que un espejismo, todo está seco.
El invierno ha hecho acto de presencia, en este rincón sin vida, el último árbol agoniza, y la nieve cubre ya, de blanco todo el suelo.
Y sobre el blanco un gran charco de sangre, el hombre lo mira, como si el centro del universo estuviera allí.
Palabras desnudas resuenan aún en su cabeza, el lamento de un corazón, el terrible destino del vacio en la nada. La aplastante razón de la sinrazón. Hay alguien que viajando oculto, llegó para robarle el aire, y venderlo en un mercado negro de almas y sonriras. El hombre sabe que vivir sin aire es posible, pero solo como un espectro.
El hombre vuelve a mirar el charco, y con tristeza guarda su puñal en el bolsillo, a lo lejos, el grito de un buitre rompe el silencio entre el cielo y las montañas.


...Espero que mañana sea mejor, aunque amanezca un poco más tarde.

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